Diariamente, en la escuela y en la vida general te afrontas a numerosos conflictos que no sabes cómo los vas afrontar hasta que te adentras en ellos. Hay tantos y tantos conflictos que me tiraría días enumerándolos, y me faltarían porque seguro que la mitad de los que encuentres en un futuro ni te los imaginas.
Así que he decidido comentar uno que llamó especialmente mi atención cuando llegué a este cole: la EVALUACIÓN. En los primeros exámenes de curso, de los pocos que hacemos, al entregar el resultado de los mismos, apareció entre los peques un conflicto de competitividad entre los que mejor nota sacaron y tristeza entre las calificaciones más bajas.
Ya que he contextualizado el problema, antes de decir la solución que la seño escogió, voy a aprovechar para hablar sobre este contenido curricular. En mi opinión, y como dice Neus Sanmartí "los docentes deberíamos eliminar la palabra corregir". De la forma en la que evaluamos tradicionalmente como no se pone el acento en aprender sino en la nota, los estudiantes desarrollan estrategias para obtener buenas notas sin aprender, por ejemplo copiando. En la historia, se ha hecho una lectura errónea de lo que significa la evaluación continua, que se ha confundido con exámenes o controles continuos. Hablando de exámenes, estas pruebas tradicionales ofrecen muy pocos datos sobre el nivel de aprendizajes competenciales. Por todas estas razones, la evaluación debe cambiar, aunque el sistema educativo aún ayuda muy poco a promover una evaluación útil y gratificante para aprender.
Retomando mi conflicto, procederé a dar la solución que tuvo. La seño, antes de hacer los exámenes da una rúbrica de lo que se debe saber para hacerlos. Esta rúbrica tiene todos los ítems como entren en el examen y 4 puntos:
Ayudándonos de esta rúbrica, las calificaciones serán una señal en el apartado en el que cada niño y niña se encuentre, sin dar calificación numérica alguna.
También, es muy importante la autoevaluación y coevaluación, por eso al finalizar cada tarea se realiza esta ficha: